Por Vicente Clavero
Público.es, 09/11/2017.
Los planes de pensiones no acaban de arrancar en España y,
en algunos aspectos, incluso han retrocedido. Su patrimonio a 30 de septiembre
rondaba el 10% del PIB, muy por debajo de los porcentajes registrados en otros
países de nuestro entorno. El modesto nivel de los salarios y la tendencia a
concentrar el ahorro para la jubilación en activos inmobiliarios explican este
fenómeno.
Al término de los nueve primeros meses del año había en
España ocho millones de personas con al menos un plan de pensiones, según los
últimos datos proporcionados por la patronal que agrupa a las sociedades de
inversión colectiva, Inverco. El dinero acumulado ascendía entonces a un total
de 109.244 millones de euros.
La mayor parte de ese patrimonio correspondía al planes individuales,
que son los que ofrecen las entidades financieras a sus clientes (72.530
millones). Más modesta era la dotación de los planes de empleo, constituidos
por las empresas para sus trabajadores (35.811). A gran distancia de los otros
dos se encontraban los planes del sistema asociado, que promueven sindicatos y
otras organizaciones (903).
Uno de los atractivos de esta fórmula de ahorro es la
posibilidad de desgravar en el Impuesto sobre la Renta las aportaciones
realizadas, aunque eso no ha impedido que el número de partícipes vaya
retrocediendo. De ahí que, en los últimos meses de cada año, los promotores (en
su mayoría bancos) redoblen su actividad de captación, apoyada tradicionalmente
en fuertes campañas publicitarias.
En paralelo a ellas, suelen menudear mensajes no tan
comerciales, pero que contribuyen al mismo objetivo de predisponer a la opinión
pública en favor de los planes de pensiones. Su denominador común es subrayar
los problemas por los que atraviesa el sistema público y las ventajas de la
alternativa privada.
En tal sentido se han manifestado durante los últimos días
destacados dirigentes de la patronal de seguros, Unespa, y de la propia
Inverco, aprovechando los foros en los que han intervenido.
Una idea en la que vienen insistiendo es en la conveniencia
de adoptar en España una fórmula similar a la vigente en países como Reino
Unido o Alemania, donde a los trabajadores -salvo que digan lo contrario- se
les retiene un porcentaje de su salario bruto para productos de ahorro
complementarios de la Seguridad Social (planes de pensiones, fondos de
inversión, seguros de jubilación) y la empresa aporta otra cantidad igual, a
cambio de beneficios fiscales.
A esta fórmula semiobligatoria están acogidos actualmente
unos 16 millones de alemanes. Si se aplicara en España, con una retención del
2% sobre los salarios, el patrimonio de los planes de pensiones prácticamente
se duplicaría, hasta superar el 20% del PIB.
Para la banca se trata de un apetitoso pastel, no sólo por
las comisiones que generaría, sino también por las oportunidades de negocio que
le abriría el manejo de tan significativo volumen de recursos. Los
trabajadores, en cambio, pagarían por partida doble: al sistema público (de
reparto) y al privado (de capitalización).
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